domingo, 1 de noviembre de 2015

De la desatención a la atención plena

Hola a todos! Ya hace un mes que retomé mi rutina laboral en relación con el yoga. Este curso me ha sorprendido la cantidad de gente que viene en la ciudad deportiva y me hace muy feliz que tengan tanto interés. Este grupo está compuesto por gente que no había tenido ningún contacto con el yoga anteriormente, e incluso cuenta con personas que no habían hecho actividad física nunca. 
Es una ardua tarea para ellos y aún más para mí que comiencen a tomar conciencia de su cuerpo y de su respiración. Me están enseñando más de lo que pueden llegar a imaginar.

En un primer momento, les costaba cerrar los ojos durante la meditación y la postura les era incómoda e incomprensible, ¿qué es eso de espalda erguida, y cómo dejo los brazos reposar sobre las piernas? ¿el cuello puede seguir la línea de la columna? 
La respiración que tenemos asociada a la relajación o al yoga es inhalo por la nariz, exhalo por la boca, cuestión que por más que investigo no logro encontrar nada al respecto y no acabo de entender de donde procede esta idea (hablo siempre de yoga, en pilates es habitual esta pauta). Poco a poco se está consiguiendo, ya no escucho soplar. Nos hemos hecho conscientes de la respiración!

Es sorprendente lo que podemos depender del sentido de la vista, es como si no tuviéramos oído. Los primeros días no paraban de mirar cómo se hacían las posturas más atentas de hacerlo bien que de sentir. Esto es normal, venimos de un mundo donde todo entra por los ojos y donde los resultados son más importantes que lo que aprendo por el camino. Poco a poco, con la práctica se deja a un lado lo de fuera y se llega adentro.

El flujo de pensamientos constante a veces nos hace querer compartirlo con lxs compañerxs, el silencio, el vacío es incómodo, el no hacer nos aburre. Piensa en algún silencio, como el que sucede en el ascensor, con tu vecino. ¿De qué acabas hablando? De gilipolleces (perdón por la palabra pero es una realidad como un castillo) ¿Y no será mejor el silencio que esa gilipollez que acabas de soltar?
He puesto un ejemplo tonto, pero hay otras ocasiones en las que se habla de más, de cosas que hubieran sido mejor callar y ya nos han perdido por bocazas. 
¿Y qué decir del no hacer? el aburrimiento nos puede, no podemos estar quietos. El no hacer nos ayuda a descansar, te lo mereces. Descansar tu cuerpo y tu mente. El no hacer ayuda a ser más creativo. En los momentos de aburrimiento tu mente al relajarse comienza a fluir y a descubrir nuevos puntos de vista y creamos cosas nuevas. ¡Observa! De nuevo estás en contacto contigo mismx.

Me encanta cuando me dicen que han descubierto cosas de su cuerpo, su respiración, de su esfuerzo o de las limitaciones que piensan que tienen. Se suelen dar cuenta del uso que hacen habitualmente de su cuerpo, de que no son simétricos, de dónde están sus puntos débiles y también sus puntos fuertes, que la respiración lxs ayuda a calmar su mente, que una clase restaurativa puede costar mucho más que una clase intensa de posturas o que pueden llegar más allá sin dolor. 

Me parece importante mencionar la práctica de pratyahara que hacemos ellxs y yo, ya que al empezar solo escuchamos lo exterior (ya sea la gozadera o los coches del taller) y al entrar en contactos con nosotrxs mismxs todo se desvanece y solamente existe un cuerpo, una mente, la respiración y una esterilla. 

Gracias maestrxs alumnxs por enseñarme tanto.



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